LA MUJER EN LA POLÍTICA.

LA MUJER EN LA POLÍTICA.

Es importante e imprescindible hacer una valoración del trabajo que la mujer ha desarrollado en el ámbito político hasta el día de hoy, ya que esto nos permite detectar las áreas de oportunidad y fortalecer las áreas que han hecho la participación de la mujer importante y necesaria para la formación de una nación  de progreso que debería regirse por un alto estándar moral y ético, que a la vez permita la formación y el desarrollo de generaciones de niños, jóvenes y adultos con la capacidad para trabajar por el bien común de su sociedad.

Históricamente la lucha de la mujer por conseguir y consolidar su participación en cargos políticos como una manera de conseguir mejores condiciones de vida tanto para su género como para todo ser humano se remonta desde el año de 1791 cuando Olimpia de Gauges publicó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, una imitación de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789). En ella se reclamaba libertad, igualdad y derechos políticos, especialmente el derecho a voto para la mujer. A pesar de su avance en materia de igualdad de género, acabó trágicamente en la guillotina.

Con el paso de los años, la mujer se incorporó al trabajo laboral. Desde entonces, su lucha por tener una posición en el ámbito público ha sido constante.

En México la actuación de las mujeres ha estado presente en los grandes momentos de la historia y de esa manera ha  contribuido a la formación y creación de la nación mexicana. Después de la fase armada de la Revolución mexicana vino la reconstrucción de una nueva sociedad.

La participación de las mujeres por el derecho al voto estuvo presente en el Congreso Constituyente, Hermila Galindo, «con sólo 20 años subió a la tribuna el 12 de diciembre de 1916 y presentó la propuesta de otorgarle el voto a la mujer a fin de tener derecho de participar en las elecciones para diputados» (Cimac, 2003).

En este contexto se inscribe la realización del Primer Congreso Feminista que se realizó en Yucatán siendo los resultados muy importantes para mejorar la condición de las mujeres, señalar la discriminación de que eran objeto, proponer su derecho a votar y ser votada y formular leyes que garantizaran estas resoluciones.

Años más tarde, las mujeres organizadas en diversos grupos se fusionaron en un Frente de Mujeres. Este Frente se consolidó en el Congreso realizado en 1935 y dio pie al Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM), en el cual se manifestaron las diversas posiciones políticas del movimiento social femenino.

Lázaro Cárdenas promete a las mujeres el voto en su gestión y envía (1937) una iniciativa de reforma al artículo 24 de la Constitución para otorgarles el derecho a votar y ser votada, aunque la Cámara de Senadores la aprueba, la de Diputados la rechaza. Lázaro Cárdenas ya había movilizado a las mujeres como soporte político, cuando era gobernador de Michoacán, promovió la conformación de ligas femeninas armadas para defender la tierra redistribuida. La primera dirigente del sector femenil del PRN fue Edelmira Rojas viuda de Escudero» (Zaremberg, 2003 : 170).

De 1916, cuando Hermila Galindo propuso el derecho al voto de las mujeres, a que se consiguió su aprobación pasaron 37 años, periodo en que las mujeres no se rindieron en su intento de adquirir la ciudadanía y terminar con ese capítulo de discriminación política.

El acceso de las mujeres al derecho de sufragio a nivel nacional fue en octubre de 1953. A partir de ese momento no existe impedimento legal para la participación política, pero sí obstáculos en la forma de participación. Estos obstáculos tienen que ver por un lado con las condiciones políticas del país y por otro, con la discriminación hacia las mujeres.

Antes y después del derecho al voto, la participación política de las mujeres no está sólo en las cámaras o en la obtención de un puesto público. Está también al frente de las organizaciones, grupos, ONG, asociaciones, etcétera, que desde su espacio se dedican a educar, proteger y enseñar a las mujeres a rescatar sus derechos a una educación autónoma y libre, a no aceptar la violencia venga de donde venga, y a enseñarles a que su voz se oiga en los parlamentos, las universidades y la calle.

El movimiento feminista que reclama lugares de poder e influencia en la política de las naciones ha fallado en reconocer una forma muy sutil de poder: El Poder Interno es decir, la habilidad de afectar la ética y valores de los demás. Mientras que el poder externo puede ser un alto puesto político o corporativo, el poder interno va a determinar si esa corporación va a ser honesta o corrupta.

En la Biblia se nos muestra el modelo correcto para que una mujer desempeñe posiciones de influencia en su sociedad,  está llena de episodios de grandes mujeres, cuyo ejercicio del poder interno tuvo efectos decisivos en las historia de su pueblo o nación.

La búsqueda del poder externo por parte de las mujeres en los años recientes  ha dejado un aterrador vacío en la sociedad occidental en el área de la educación moral, área que las mujeres siempre han dominado o deberían dominar siempre. La proliferación del crimen, abuso infantil, secuestros y el dramático aumento en la violencia contra las mujeres son síntomas de una sociedad descontrolada, donde muchas personas no tienen conceptos de bien y mal, de honestidad, compasión o autocontrol.

Claramente, la posición de las mujeres no puede ser mejorada por el progreso político y financiero, si la dimensión interna de la sociedad (su moralidad y compasión) ha sido olvidada por las personas que tradicionalmente la custodiaban: las mujeres. Una sociedad materialista, que solo reconoce lo que puede ser contado o medido (títulos, ingresos, etc.), está destinada a descartar toda clase de valores imprescindibles como la compasión, el coraje y el altruismo, que al final determinan la fibra de sus ciudadanos. 

Las mujeres son las más capaces para ejercer el poder interno, ya que son superiores en su capacidad de entendimiento, que es el vehículo intelectual para llegar al corazón, a la mente y al alma de la persona. El entendimiento explica porque las madres normalmente tienen la capacidad de entender los problemas de sus hijos más rápido que los padres. La habilidad de ver los eventos en términos de costo humano, en vez de verlos a través de sus ramificaciones políticas, se deriva del entendimiento.

El hecho no es si la mujer debería o no debería tener poder, sino en la clase de poder en que deberían concentrarse, para su desarrollo personal así como también para el bien de toda la sociedad.

Esta opción está casi totalmente escondida en las sociedades actuales. No es una gran sorpresa que aquellos que aspiran a crecer en una cultura dirigida por lo externo, deban definir sus éxitos en términos de roles externos y logros cuantificables.

Es tiempo que las mujeres hagamos un balance de para qué y cómo ejercemos el poder, y para qué anhelamos ocupar cargos en la política de un país, y nos ocupemos también de adquirir el entendimiento de cómo es la forma correcta de ejercerlo.

¿Realmente existe en la actualidad una agenda política de la mujer que refleje la esencia de una persona regida por valores morales y éticos que procuran el bienestar y la armonía en la sociedad?

¿La mujer se ha conformado con acceder sólo a un título y recompensa monetaria prestándose a la política de  partidos políticos que apuestan por la figura femenina para conseguir una mayor equidad o simplemente es otra forma de propaganda para conseguir votos, y que sus intereses están muy lejos del bienestar de la sociedad mexicana?

¿Cuánto ha avanzado en las últimas décadas la agenda de la mujer en  el ámbito de la política?

¿Cuándo y cómo los ciudadanos valoramos la calidad de las funciones que realizan las mujeres que se incorporan al ámbito político institucional?

La participación femenina en política aparece como un gran discurso en el papel, pero, en el momento de votar, ¿para el ciudadano tiene mucha, regular, poca o ninguna importancia que un candidato sea hombre o mujer?, ¿por qué?

 

Una vez en la esfera del poder, ¿Actualmente el liderazgo de la mujer en la política de México ha sido de beneficio  para la situación del género femenino y en general para el bienestar de la sociedad mexicana?  o por el contrario, ¿ La mujer con influencia en el ámbito de la política, ha dejado de aportar ese poder interno, es decir, la habilidad de afectar la ética y valores de los demás  del que la mujer fue dotado para construir naciones regidas por valor éticos y morales que realmente lleven a una sociedad al progreso y solidaria?.

María de los Ángeles Salazar Chávez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *