Semillas de salud mental

Como seres sociales que somos, pienso que la calidad de la relación que guardamos con las demás personas define en gran parte, la calidad de nuestra vida. Más aún, ¿Qué tan importante será entonces la calidad de la relación que guardamos con nosotros mismos? Si estás en paz contigo mismo, te llevarás muy bien con todas las personas.

¿Cuáles son los contenidos que hay en ese espacio virtual e infinito que es nuestra mente? Esos contenidos es lo que pensamos regularmente, nuestros pensamientos son los contenidos de nuestra mente. De todos los pensamientos que tenemos vamos a analizar un poco solamente a aquellos que hacen referencia a nuestra persona. ¿Qué pensamos de nosotros mismos? ¿Cómo nos sentimos con nosotros mismos? Muchas veces no ponemos atención a esta relación consigo mismo, sobre todo, si lo que pensamos y sentimos al respecto no es muy agradable que digamos, o bien, no ponemos atención a esos aspectos que no nos gustan de nosotros mismos.

Nuestra psicología nos defiende a través de mecanismos que pone en marcha cuando en la vida nos topamos con experiencias que puedan generar un sentimiento doloroso. Estas situaciones que vivimos nos hacen sentir emociones desagradables debido a experiencias pasadas ya sean vividas en forma real o solamente en la fantasía (para el cerebro es lo mismo, no hay diferencia si algo es real o imaginario).

Si conoces a una persona que despierta en ti emociones desagradables o identificas algunas características de esa persona que te causan estrés y malestar, por ejemplo, si dijeras cosas como estas: “Mira, ¡Qué mal se ve con esa ropa!” “¡No quiero saber nada de esa persona! ¡Quiero que acepte que se equivocó y que se disculpe!” “Me cae mal cuando se ríe de esa manera”, u otras expresiones similares; ¿Has escuchado la frase que dice que no vemos el mundo como es sino como nosotros somos? Pues bien, esto aplica también aquí.

Es difícil aceptar lo que no me gusta de mí mismo, la mayor parte de esto se encuentra a nivel inconsciente, pues el darme cuenta de eso representa un atentado a mí mismo y es, por lo tanto, una amenaza a mi bienestar psicológico. Entonces, el mecanismo que me defiende lo pone en el exterior donde sí lo pueda percibir como no mío y por lo tanto puedo atacarlo, juzgarlo y criticarlo. Vemos y tratamos a las demás personas no como son ellas, sino como somos nosotros.

Entonces, quejarte, juzgar y/o criticar tiene más que ver con lo que hay dentro de uno que con la situación externa o tercera persona. Lo que das, recibes; aceptar al otro es aceptarse a uno mismo. Además, lo que pensamos de una situación, persona, lugar o cosa es sólo eso, un pensamiento, pero, no quiere decir que sea verdad.

Cuando en consulta, un paciente describe en su historia de vida una serie de opiniones, ideas, juicios, etc. le pregunto: ¿Cómo sería su vida si no tuviera esos pensamientos? Me dice: “Sería feliz”. Ya lo decía Epicteto, filósofo griego que nació en el año 50 DC: “lo que perturba a las personas no son las cosas que le suceden, sino lo que piensan acerca de esas cosas”.

¿Te das cuenta? Si no estas bien contigo mismo, si no estas en paz contigo mismo, será muy fácil proyectar al exterior y vas a criticar, quejarte o juzgar a otros o situaciones que ocurren.

Si la aceptación es una mágica conexión, la auto aceptación es un acto de amor a sí mismo, es conectar con la propia parte divina de Dios que mora en nosotros mismos.

¿Qué tan importante es la calidad de la relación que guardo conmigo mismo?

Acéptate tal y como eres, perdónate y ámate incondicionalmente. Esto te ayuda a aceptar, a perdonar y amar a los demás.