¿Evolución de la Familia?

Cada vez es más frecuente escuchar que la familia ha evolucionado y que tenemos que aceptar que, así como ha cambiado nuestra sociedad, también la familia se ha transformado.

Las estadísticas parecen confirmarlo. En los últimos años hemos visto cómo se ha incrementado el número de divorcios y de uniones libres. Según datos publicados  por el INEGI el 12 de febrero de 2019, solamente en un año, de 2016 a 2017, los matrimonios disminuyeron 2.8%, mientras los divorcios aumentaron 5.6%.  Por otra parte, los jóvenes parecen estar cada vez menos interesados en casarse. En 2008, en el grupo de edad de 20 a 24 años, estaban casados el 54.6%, mientras que el 45.4% vivía en unión libre. Diez años después, para 2018, los casados eran el 37.1%, y los que vivían en unión libre, el 62.9%. En el grupo de edad de 25 a 29 años, en 2008 declararon estar casados el 67.6%, y vivir en unión libre el 32.4%. Para 2018 el número de casados era el 50.7%, mientras que vivía en unión libre el 49.30%.

Ante esta realidad la pregunta es si funciona igual cualquier tipo de familia. El INEGI señalaba en 2015 que el estudio de las familias monoparentales resultaba de interés, no sólo por su aumento, sino “porque aunado a otras variables, en su interior se puede presentar mayor riesgo de pobreza, dificultades económicas, precariedad e inestabilidad laboral, entre otras que señalan también mayor conflicto en el desarrollo de los hijos.”

En cambio, en una familia bien integrada se establecen los lazos y los modelos que permiten a las personas su desarrollo integral y el fortalecimiento de su identidad. En ella se desarrollan habilidades y valores que ayudan a superarse. Es en donde se adquieren las virtudes de solidaridad, comunicación, compromiso y responsabilidad que constituyen la base para el fortalecimiento y el progreso de la sociedad. Hay demasiado en juego como para aceptar sin más que “la familia ha evolucionado”.

Por María Dolores López García