Mi experiencia como Tía

Mi experiencia como Tía

En mi experiencia como tía, ha habido tantos momentos compartidos con ellos, que quisiera mencionarlos todos pero no acabaría. La vida me ha enseñado, sin ser madre, a apoyarlos en lo que más he podido, no dejando de lado los valores y el compromiso con su educación y formación como personas de bien, que son necesarios para sobrellevar la vida en sus diferentes etapas.

La llegada de los sobrinos a la familia, es una transformación en la vida de los adultos, es saber que esa personita apenas inicia su vida, que depende de todos, y que quieres lo mejor para ellos.

Durante estos 23 años siendo tía, hago un recuento de lo que ha sucedido en mi vida y la de ellos, al tener, con cada uno, diferentes experiencias.

El nacimiento del primer sobrino fue trascendental para la familia, ya que estábamos con la expectativa de saber qué era y cómo era, y ¡oh sorpresa!, llegó el niño tan esperado por todos, tenía los rasgos de la abuela, no había evento o reunión en que no estuviera involucrado, y así fueron llegando más niños y niñas que pronto se convirtieron en el motor y torbellino de la casa.

De pequeños, en el andar de sus gracias y nuevos descubrimientos, el papel de tía te convierte en protectora, en enseñar las buenas costumbres, los valores y también compartes la parte divertida de llevar a los niños al parque, a juguetear con ellos, a las pijamadas en casa, y por supuesto en consentirlos y apoyarlos a realizar lo que en casa, sus papás no los dejan hacer, como brincar en las camas, comer dulces, dormir tarde. La etapa de niños pasa tan rápido y es donde se afianzan los vínculos afectuosos.

 

No hay día que no pienses en ellos, cuando andas de viaje o de compras, y les quieras comprar algo, la tía tiene siempre tiene ese regalo o sorpresa para compartirle al niño, ya sea porque es su cumpleaños, ha sacado buenas calificaciones, o simplemente porque quieres. También descubres que ocupas energía extra para estar con ellos y al final, terminas rendida.

 

Cuando inician la adolescencia, las condiciones y la edad los cambia, empiezan a crecer,  a experimentar, y tu faceta de tía te vuelve un referente, un apoyo, una amiga que da un consejo, una guía, eres mediadora entre padres e hijos, hay más confianza y ahora quieres apoyarles en sus aventuras,  les brindas un poco más de libertad, te interesas por su bien y su seguridad, puedes intervenir en la rebeldía de los sobrinos que ocasiona roces con sus padres y les muestras la realidad sobre las situaciones de la vida, y si cometen errores, les apoyas de la forma que puedas.

 

El cuidar de un sobrino es una inmensa responsabilidad, que implica un compromiso que ayuda a reforzar la confianza y apoyo entre tus hermanos.

 

Me queda claro que hay que vivir y disfrutar los momentos con los sobrinos, diviértete tanto como puedas, contágiate de su alegría, de sus risas, ocurrencias y quédatelas para siempre. El tiempo pasa, los niños crecen y hay que ir viviendo con ellos sus necesidades hasta la edad adulta, cuando escogen su carrera, se gradúan, se casan y ahora ellos, son los que continúan el rol de tíos, y se convierte en una cadena de amor que mantiene unida a la familia.

La vida me dio 7 sobrinos, a los que amo de mil maneras e hicieron una enorme transformación en mí, sigo pendiente de ellos, y los sigo disfrutando al máximo mientras se pueda, me da la oportunidad de sentir su cariño y amor a lo más cercano que creo son los hijos, y donde el mejor reconocimiento es que te buscan y procuran para seguir forjando ese vínculo de amor y fraternidad, tengan la edad que sea.

 

Mónica Gabriela López Elizondo.

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