MI EXPERIENCIA FRENTE A GRUPO EN EL SISTEMA PÚBLICO

MI EXPERIENCIA FRENTE A GRUPO EN EL SISTEMA PÚBLICO

Profra. Nohemí Galván Elizondo

La profesión del docente es una de las más bellas y enriquecedoras que se pueden elegir. Desde trasmitir conocimientos, ayudar a los alumnos a progresar en sus estudios, permitirles adquirir nuevas competencias… y si, enseñar es un trabajo apasionante que, durante años ha hecho a muchos soñar, como a mí. Aunque mi quehacer docente no es reciente, ha sido muy significativo y valioso, ha dejado enseñanzas que forman parte de mi experiencia como profesora de educación primaria.

 

Era junio de 1977 y los nuevos maestros que habíamos concluido nuestra carrera esperábamos con emoción las plazas que nos asignarían para iniciar nuestro trabajo frente a grupo, se llegó el día y empezaron a entregarlas; unas cuantas plazas se asignaron en el área urbana del Nuevo León, otras en él área rural: Galeana, Dr. Arroyo, Iturbide, etc. Y otras más, se asignaron a diferentes estados de la República Mexicana…Veracruz, Oaxaca, SanLuis Potosí, Guanajuato… Ahí es donde empezó la verdadera aventura de nuestro trabajo como maestros de Educación Primaria.

 

Habíamos terminado cuatro años de preparación en la Escuela Normal Miguel F. Martínez, en ese entonces, no se necesitaba la preparatoria para ingresar a la Normal, así que la mayoría de los nuevos maestros teníamos entre 18 y 20 años de edad. Mientras estudiábamos soñábamos en que trabajaríamos en la escuela ideal, tal como habíamos hecho nuestras prácticas, así que, ante este reto, se abría un mundo nuevo delante de nosotros.

 

Inicié mi trabajo como Maestra en el estado de Guanajuato, mi mamá me acompañó a la Secretaria de Educación de ese estado para presentar mi papelería y esperar mi asignación, de ahí, me enviaron al municipio de Manuel Doblado, cerca de León, y la inspectora me ubicó en una escuela rural, tenía sólo tres salones, aunque contaba con todos los grados sólo tenía tres maestros y un director, estaba ubicada en la comunidad Zapote de Adjuntas. Claro que fue una experiencia nueva, una aventura, la escuela estaba en el campo, literalmente en medio de sembradíos y lejos de la ciudad. El trabajo en la escuela era muy diferente a lo que había visto en la Normal. La escuela tenía salones y baños, pero no había agua y tenían que traerla en botes desde lejos, los padres de familia eran campesinos, las madres de familia tejían carpetas con hilo, los niños ayudaban a sus papás en las labores del campo y las niñas tejían desde muy pequeñas apoyaban a sus mamás para producir en grandes cantidades las carpetas que vendían. Aunque su asistencia no era regular, por los trabajos que hacían para ayudar en sus casas, tanto papás como alumnos eran sumamente responsables y cumplidos con lo que se les pedía en la escuela.

 

Al año siguiente llegó mi cambio al estado de Nuevo León, ¡por fin! Después de un año de batallar por la distancia, y todo lo que implica estar lejos de casa. Esta vez me enviaron al municipio de Cadereyta, al llegar me asignaron a la Hacienda Villa Vieja… para llegar solo había un camión que salía una sola vez al día, cada lunes era una odisea para llegar, y otra los viernes para salir de ahí; llegué  a una escuela unitaria, tenía un solo salón de sillar, con casa del maestro y baño de pozo; en donde yo sería directora, maestra, secretaria, intendente… y atendería aproximadamente 12 alumnos de todos los grados… (ufff estaba mejor en Guanajuato!). Gracias a Dios, me quedé con una familia que me ayudó para no tener que quedarme sola en la casa del maestro…

 

Tuve la oportunidad de trabajar en otras escuelas rurales hasta que llegué a la ciudad a escuelas urbanas, completas, con director, varios grupos de cada grado, secretaria, intendente; escuelas en donde se supone que no habría carencias. Sin embargo a pesar de tener un edificio, como maestra de escuela pública me tocó enfrentar algunas carencias de materiales necesarios, de libros de texto por qué no llegaban a tiempo o llegaban incompletos, de programas y libros para el maestro que no llegaban.

 

No había límite con la cantidad de alumnos, podías trabajar con grupos de hasta 48 alumnos porque la inscripción era muy alta y no tener  suficientes bancos para acomodar a los niños, en ocasiones trabajar en casas que nos prestaban en lo que se construía la escuela, no todos los alumnos podían llevar sus útiles, ni llegan bien alimentados, es ahí donde teníamos que echar mano de nuestra  creatividad para sacar adelante al grupo, porque ademas del programa escolar que se debía de cubrir había que participar en concursos, competencias marcadas por las secretaria, sacar a los grupos de paseo o visitas guiadas.  etc.

 

La escuela pública es gratuita y está obligada a admitir a todos los alumnos que se inscriban, ya que se paga con nuestros impuestos, pero esto no significa que todas las escuelas públicas tengan los recursos económicos suficientes, de modo que muchas veces como maestros teníamos que suplir con recursos propios o buscar los apoyos necesarios para sacar adelante nuestro grupo a pesar de la carencia de materiales, aunque muchas veces el sueldo no llegaba a tiempo.

 

Claro que no todas las escuelas públicas están en las mismas condiciones, trabaje más de veinte años en una escuela muy bien organizada y dirigida; hay escuelas públicas así, bien organizadas, con directivo, maestros y padres de familia comprometidos a través de la Sociedad de Padres a mantenerla en condiciones óptimas, pero hay escuelas que no cuentan con ese apoyo y es muy complicado sacar adelante el trabajo con los alumnos por la falta de organización para obtener recursos económicos.

 

La Escuela Publica es gratuita, el gobierno facilita las instalaciones, paga a los maestros, apoya con algunos programas, pero el mantenimiento, los implementos para asearla, los materiales que se requieren como hojas, gises, copias, etc, no los provee, y si no se trabaja en conjunto con padres de familia, la labor del maestro se complica y los alumnos son los más afectados.

 

Ser maestro es una vocación muy noble y hermosa, pero el maestro no puede hacer ese trabajo solo, se requiere del apoyo constante y compromiso de autoridades educativas, de padres de familia que comprendan, entiendan apoyen y respeten al maestro para que el objetivo de formar niños con visión de futuro prometedor se lleve a cabo.

 

Trabajar con los niños es una gran responsabilidad, y en estos tiempos el reto crece ante alumnos que en su mayoría enfrentan problemas familiares, niños que interactúan con las redes sociales y comparten a sus padres con trabajos que les absorben gran parte de su tiempo…

 

Ánimo maestros, el reto es grande, pero la satisfacción de ver a los alumnos cumplir sus metas y ser parte de ellos es una gran satisfacción.

Profra. Nohemí Galván Elizondo

Escuela Normal Miguel F. Martinez

Monterrey

Secretaría de Educación Pública

Maestra

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