Para tener buenos hijos se necesitan buenos padres
Para tener buenos hijos se necesitan buenos padres
Para mi es claro que debemos de modificar la antigua definición de cómo se logra ser una excelente persona: Solo basta sembrar un árbol, escribir un libro y tener un hijo nos decían. El chiste no es solo sembrar un árbol, lo importante es cuidarlo, regarlo, fertilizarlo, podarlo si es necesario. Tener un hijo lo puede lograr casi cualquier persona, pero hacer lo necesario para que crezca como un hombre o una mujer de bien, se requiere el compromiso de los padres para cuidarlo, alimentarlo, educarlo, y apoyarlo.
Sin duda para mí, una de las áreas de oportunidad más importantes para formar hombres y mujeres de bien, no es solo lo que podemos hacer en la escuela los educadores, para mi es claro que los padres deben de saber y comprometerse en educar, cuidar y proteger a sus hijos. Los padres actuales no recibimos una capacitación que nos de las destrezas y saberes para ser un buen padre, excepto el que recibimos de nuestros padres, cuando ellos batallaban con nosotros. Desde luego, ese entrenamiento lo recibimos en una edad en la que nos era de poca utilidad y, además, por unos padres, que a su vez habían recibido cero entrenamiento para ser unos buenos padres.
Para realizar lo que he hecho en mis últimos 76 años tuve que pasar por primaria, secundaria, bachillerato, profesional y posgrado, pero para ser papá solo tuve que decir, si acepto.
Afortunadamente, al paso del tiempo, se han creado programas y se han escrito algunos libros y módulos educativos que explican el arte y la ciencia de ser un buen padre. Desde luego, mi recomendación implícita es que los leamos y aprendamos de ellos. Siempre sin usarlos al pie de la letra, sino, más bien, tomándolos como guía para la relación con nuestros hijos.
¿Qué les recomendaría usted a los futuros papás, ingeniero? Me preguntó hace tiempo un ex alumno del Tecnológico. Mi consejo, en aquel tiempo, fue: Prepárate, estudia, pregunta a los expertos reales o virtuales, lo virtual implica lee, lee y vuelve a leer, pero sobre todo, concluí, dedícale tiempo a tus hijos y quiérelos mucho.
Hoy, un tiempo después, yo añadiría otras cosas que al paso del tiempo he leído y aprendido. Primero, procura matar las arañas que has guardado en el ropero de tus recuerdos infantiles. Si te fue mal de niño, que eso no te sirva de excusa para ser demasiado laxo en el trato con tus hijos, o que eso te sirva para relajar algunas normas que para ti son esenciales, por ejemplo: orden, limpieza, responsabilidad, respeto, puntualidad.
Segundo, cuando tengas un problema pide consejo. Nadie nace entrenado, ni sabiendo todo lo que se tiene que hacer en todas las circunstancias de la vida. Pero, sobre todo, está atento al comportamiento de tus hijos, y cuando veas algo raro, que no te dé miedo intervenir. Siempre es mejor prevenir que lamentar, y mucho más si el comportamiento de tu hijo te induce a creer que anda en líos con el alcohol o las drogas.
Tercero, recuerda que sólo los santos no se equivocan; y que muchas veces lo peor es no hacer nada. Así que no temas hacerlo, y mucho menos, te inhibas a actuar sólo por el temor a equivocarte. Hay que preocuparse, pero también hay que ocuparse en resolver las cosas.
Cuarto, el padre exitoso nunca actúa como el papá de la tira cómica: «Educando a papá». Los educadores somos nosotros, el ejemplo para nuestros hijos somos nosotros, el paradigma, el orgullo, el non plus ultra deberíamos ser nosotros. Así que decídase a ser un buen padre, fortalezca su carácter, para que su actuar sea congruente entre lo que dice y lo que hace, tanto dentro como fuera de la casa.
Quinto, los buenos y los malos hábitos se crean y fortalecen en la casa. Desde luego, la escuela influye mucho, así como los medios de comunicación, pero una responsabilidad esencial que tenemos los padres es la de crear buenos hábitos en nuestros hijos. Y esos hábitos no son más que principios, valores, normas y entendidos y no debemos quitar el dedo del reglón hasta que no se interioricen.
Sexto, recuerde que toda relación tiene dos vías. Como te veo doy, dice la sabiduría popular. Si yo quiero que mi hijo sea responsable, trabajador, honesto, veraz, respetuoso, así mismo debo ser yo.
Séptimo, recuerde que un título profesional no se logra en un día, así mismo, el ser un buen padre, el formar un hijo, no es tarea de un día. La suma de pequeños cambios siempre hace un cambio mayor. La vida es muy breve para sólo dedicarla a trabajar. Recuerde que nadie en su lecho de muerte ha dicho: «Caray, si le hubiese dedicado más tiempo a mi trabajo; caray si le hubiese dedicado más tiempo a mis proyectos».
Octavo, nunca olviden que sólo tenemos una oportunidad de educar y criar bien a nuestros hijos. No dejen para mañana lo que deben y pueden hacer hoy, dice la sabiduría popular. Sin duda, nos debemos dar tiempo para aquello que es importante: Trabajar, pensar, leer, reír, compartir; pero, sobre todo, date tiempo para educar, cuidar y apoyar a tus hijos. Hacerlo así, le da un gran sentido a nuestra vida.
Noveno, nadie nace entrenado para ser un buen padre o un buen hijo. Más bien, el hijo nace para ser formado por nosotros. No los echemos a perder, así que aprendamos a ser un buen padre, o un buen abuelo. Por lo tanto, lea, lea y vuelva a leer temas y libros relacionados con el tema. Pregunte y aprenda de lo que vea hacer a los demás.
Décimo, pero sobre todo disfrute a sus hijos, la vida es muy breve para no disfrutarla con ellos; el tiempo que estarán con nosotros, también es muy breve para no compartirlo con ellos.
Autor:
Ing. Ramón de la Peña Manrique
Instituto Estatal de las Personas Adultas Mayores
Nuevo León, México.